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Adolescencia y música celta

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Todos hemos pasado por ahí. O al menos deberíamos haberlo hecho. Y, la gran mayoría, la hemos superado de una u otra manera. Otros, sin embargo, a pesar de peinar canas en ciertas partes de su anatomía, siguen buceando por los mares de la inmadurez, donde la responsabilidad es un delirio y uno se defiende en el marasmo de sentirse cómodo en una habitación (ergo mundo) hecho a su medida. Escribo sobre una etapa compleja de nuestras vidas. Una etapa de cambios físicos, de cambios morfológicos, sexuales y emocionales. Una etapa de abrazo a una adultez dispuesta a convertirse en demasiado larga. O no.             Como el único lector que sobrelleva con estoicismo mi sarta de tonterías habrá deducido, me estoy refiriendo a la adolescencia. Sí, la parte de la vida humana más absurda, tonta y que pide a gritos el bofetón de la existencia pura y dura de la madurez. La gran mayoría de las personas que circunnavegamos el primer mundo poseemos...

La agonía del acomodador

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  De un tiempo a esta parte, se está quedando afónico el sonido circular del carrete en la sala de proyección; de su ventanilla, una luz apenas viuda, entristecida y moribunda se asoma para caer al patio de butacas donde el eco del silencio se ha hecho fuerte. El uniforme azul chófer del acomodador se apolilla en el armario de la tristeza; la luz de su linterna se ha fundido, los filamentos de su bombilla se han resquebrajado por la artritis de la falta de uso. Poco a poco, las salas de cine se convierten en un escenario falto de actores, de tramoyistas y de apuntadores muertos por las balas disparadas en el argumento de la última representación.             Lejos han quedado las colas que circundaban los edificios de los cines, donde los sueños se materializaban en la sagrada forma del celuloide. En las minúsculas ventanas de las taquillas donde se despachan entradas para ver un cielo de dos horas de duración, cuelga el ca...

Agoreros guerracivilistas

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              Los agoreros de tal o cual lado del espectro político maloliente que nos circunda (o nos circuncida), ante el revuelo y la confusión reinante de estos tiempos modernos, han comenzado a incluir en el relato, teledirigido, por otra parte, por los prebostes de las ideologías que cada uno profesa, las palabras guerra y civil. Guerra civil.                                                                                                                                                 Imagen de Karabo Spain   No pueden hacer otra cosa que comparar la situaci...

Leer entrelíneas

Dejó posado sobre la mesilla de noche su libro favorito: una biografía sucinta, Al despertar, se miró al espejo y solo se reflejaba su perfil. Su perfil bueno. Su esquemática de Fernando VII, el príncipe que nos salió rana. Acarició el lomo de único perfil. Nunca se reflejaba su imagen frontal. Carecía de ella. Tan sus letras grabadas con la yema de sus dedos, como si con este acto mostrara acostumbrado estaba él y los suyos de ponerse de perfil que había admiración o juramento de fidelidad. Se ajustó a la perfección de su cuello el desaparecido del azogue el negativo de su cara de frente. Habían pasado blanco de la camisa. Era un blanco sin rasgo alguno de pureza, sin destellos de demasiados años. El espejo estaba acostumbrado ya. santidad. El charol de sus zapatos eran espejos pulidos por una de sus Salió a la calle. En la puerta otra tribu de escoltas para protegerlo. En el asistentas, una bella filipina que mostraba su sonrisa bajo el yugo del imperativo c...

Techos hundidos

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  En el campo, el trino de los pájaros es un canto salvaje, ancestral, montaraz. Los arroyos dejan caer el agua por entre sus cantos rodados y el frescor de las orillas verdes se desparrama sin consuelo por las aceras desvanecidas de los pueblos. Las ovejas del rebaño se han jubilado y ya no les place salir a pastar.           Los gritos de los niños en el recreo de la escuela no son otra cosa que un recuerdo añejo. Un recuerdo con olor a naftalina y a cerrado. El ruido mecánico de las cadenas de las bicicletas infantiles se ha sustituido por el crujido inclemente de los huesos de las caderas, por el de los muelles oxidados grabados en los colchones de lana, por el de los viejos rodamientos de los andadores recetados por la Seguridad Social. La infancia es un juguete roto, una mirada olvidada, un trauma sin resolver. Y sin tratar. Las calles ya no huelen a polvo de talco   ni a sonrisa de bebé   ni a pantalones cortos. ...

Sentencias

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  Si la memoria no me engaña, fue el primer féretro que vi en mi vida. Era blanco, símbolo de la pureza, pues quien lo ocupaba iba a embarcarse sin mácula  y con un tamaño reducido  en el tren de alta velocidad, y sin paradas intermedias, con destino el Cielo. Fue aquí, al lado de mi casa, cuando todavía los velatorios se organizaban en la morada donde el fallecido había desarrollado su vida, escueta, en este caso. Yo no tendría mucha más edad que la criaturita yacente en el interior de la caja. Estarían mediados los años ochenta del pasado (¿pasado?) siglo.             La blancura salía a hombros del portal de su casa y se dirigía hacia el vehículo fúnebre, expectante junto a la acera. Un séquito de familiares, allegados y una madre junto a un padre, con rostros serenos, pero tristes y un cigarrillo sujeto por la fuerza de la juntura de los dedos índice y corazón. La madre, en evidente estado de nerviosismo, aspira...

¿Inmortales?

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                Un servidor cuando siente atracción, le pica la curiosidad (¡bendita curiosidad!) o simple y llanamente le gusta algo, se informa,   hace las consultas necesarias y, si fuera necesario, inicia un proceso de formación para aventurarse con todas las consecuencias en ese mundo que le está requiriendo de una u otra manera. Con lo anterior, no consigo otra cosa que no sea APRENDER, conocer en profundidad y disfrutar al máximo del asunto en cuestión. De esta manera tan peculiar, cuando visito un pueblo, una ciudad o un paraje lo hago, o al menos lo pretendo hacer, bien informado de sus monumentos, de los aspectos más interesantes de su cultura o de las especies de animales que podrían asomarse, con o sin disimulo, a las lentes de mis binoculares. Verbigracia.             Ni que decir tiene que esa información/formación se eleva a la enésima potencia ...