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Mostrando entradas de septiembre, 2021

NEORRURALES. ¿La solución?

  El olor parece que echa para atrás a cualquiera. No es para menos; el estiércol es lo que tiene. Pero la persona que alguna vez lo ha trabajado sabe que tiene un potencial de lo más interesante para eso a lo que llamamos vida a la que, encima, aporta una calidad excelente. Los urbanitas recalcitrantes huyen como de un ataque aéreo de los olores con los que se tiene que convivir en el mundo rural. Sin embargo les encanta ese concepto aséptico y anodino de neorruralismo, pero sin involucrarse en demasía con los paletos de chaleco abrochado, boina enrroscada y cigarrillo pegado a los labios como complementos de temporada. No les gusta el olor, pero tampoco les gusta pegar la hebra y enterarse de lo que va la vida en el pueblo, de sus gentes, de sus tradiciones. Entonces ¿para qué coño van al pueblo? No lo entiendo. Me parece que siguen los mismos pasos de esos turistas que son capaces de recorrer el mundo entero, de cabo a rabo, sin apenas hablar con ningún autóctono que no sea su tour

A pie de acera

  A todas luces y a nivel de acera, el racismo está más que superado en esta sociedad nihilista, superficial y desvergonzada en la que sin remedio nos ha tocado vivir. Esto no es un obstáculo para que haya algún que otro descerebrado que crea en la superioridad de tal o cual raza sobre las demás. Esto está claro, cada pueblo tiene al menos un tonto, aunque siempre tocamos a más. Y, en estos oscuros tiempos en los que por todo nos ofendemos, tampoco hay que negar que pueden existir frases, dichos o incluso refranes que a los ojos del ser humano de cristal de Bohemia de nuestros días, pueden tener algún barniz que se considere racista. Aunque, por supuesto, no se digan con esa intención y solamente sean chascarrillos interiorizados que reverberan en el momento justo en el que han de manar. Del mismo modo, las dicotomías izquierda—derecha, rojos—azules, buenos—malos se encontraba más que superada en aquellos lejanos años en los que uno se carteaba con sus novias de juventud. Ni siquier

¿Dónde están los niños?

Tengo por costumbre comprar el periódico en papel, como Dios manda, al menos una vez por semana. Ya me gustaría a mí disponer del tiempo suficiente para poder comprar, y, sobretodo, leer la prensa escrita (y en papel) a diario. Pero no puede ser. Estaba yo en una de esas lecturas semanales sobre un papel que terminará sus días enfrascado en el ejercicio del noble arte de la limpieza de los cristales de mis ventanas, cuando me di de bruces con un artículo que habla sobre las voces que tienen los «asistentes digitales en casa». El texto trataba sobre las locutoras o actrices del ámbito del doblaje que ponen su voz a esos cacharritos que al preguntarles nos contestan en base a las millón y una cosas que se encuentran al navegar por el mar bravío de internet. Son cacharritos que sin la necesidad de teclear ni de utilizar el desprestigiado don de la lectura, nos informan de viva voz de la información que deseamos (¿necesitamos?) conocer en ese mismo instante y que a los dos minutos y

Cuando la muerte nos sienta tan bien

  La ley de la eutanasia corre desbocada por un país en llamas. Como siempre, tenemos que ser de los países punteros en leyes que no defienden la vida, por mucho que haya sido constituida en un derecho, la vida, digo. Derecho que, por otra parte, suele quedar relegado ante intereses minoritarios y partidistas que, curiosamente, siempre provienen del poder establecido. Muchos de los defensores de esta ley se ponen del amargo lado de esas personas que sufren lo indecible por una enfermedad. Yo también. Y lucharé siempre porque no sufran esos dolores que les hacen padecer una vida casi imposible. Pero no lo haré defendiendo que se acabe con su vida, sino con el apoyo necesario para reducir en lo posible tales sufrimientos. Pero el asunto ni es baladí ni se queda en esa superficie enfangada. El asunto es mucho más serio como para solo tratarse en un meme, en un twit o en un anuncio de veinte segundos en la televisión. ¡Malditos filósofos del meme que se creen poseedores de la verdad ab

¡FELIZ VIAJE!

  Con las nubes en el exilio, el cielo en pleno trance de un desmesurado azul y con un sol remozado y experto en caldear el aire que nos rodea, se inició la temporada vacacional. El españolito de a pie, peatón impenitente del asfalto de la ciudad, coge sus cada día más mermadas vacaciones, reúne a los miembros de su familia y entre todos, como fiesta patronal, preparan una maleta con dos mudas, un buen de chanclas compradas en el todo a cien y un buen puñado de esperanzas de disfrute. Con verdadera resignación cristiana carga a su digno descendiente del 600, la maleta, la sombrilla, la suegra refunfuñante y, tras conectar al heredero de la guía de carreteras y colocarlo en lugar visible, se lanzan a surcar un camino que no por conocido, resulta menos excitante. Gracias al aire acondicionado del 600 con dirección asistida, la cara de alcachofa en vinagre de la suegra se atempera con la brisilla fresca que mana del interior del vehículo y absorta se queda al ver a través de la ventani