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Mostrando las entradas etiquetadas como Como la vida misma

Turismo sostenible

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  S us manos notaron el ligero frescor del antepecho de hierro del balcón. Cuando se soltó, el ligero frescor se convirtió en una quemazón que descendía a velocidad de vértigo desde el cuarto piso del hotel mallorquín donde hacía unas horas se alojaba.           El airecillo que le ofrecía la caída al vacío era capaz de despeinar su melena acharolada. Bajo su cuero cabelludo, una serie de recuerdos inciertos se agolparon de manera cinematográfica por entre los pliegues pegajosos de su cerebro inundado de cerveza, ron y whisky del más barato de los que tenía en sus estanterías el chino de la esquina.           Se vio en el día en el que todos los colegas, en el pub de su calle, quedaron en pegarse las vacaciones padre en una isla mediterránea. Su amigo Tony propuso un viaje a Malta; por cuestiones del idioma y de cultura, decía. Pero el grueso del grupo le dijeron que no era el mejor destino, que siendo hijos de la Gran Bretaña el idioma ya no era obstáculo alguno para poder disfrut

El niño con pueblo

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  En mi cole hay un niño que dice que no tiene pueblo. Es de la ciudad de toda la vida. Sus padres nacieron aquí, sus abuelos también nacieron aquí y hasta sus bisabuelos no conocieron otro sitio distinto a esta ciudad.             Cuando me lo ha dicho me ha dado mucha tristeza por él, pues la mayor ilusión mía es poder ir al pueblo cuando llega el calor y las clases se terminan. No me puedo imaginar que no vaya en verano a escuchar a las chicharras cantando su eterna canción en las ramas de los árboles; ni que no vaya con su abuelo montado en el mulo a pastorear a las ovejas; ni siquiera que no sepa cosas como que los huevos los ponen las gallinas y éstas comen el maíz de la cosecha.             Él me dice que todos los veranos se va al apartamento que le tocó a sus padres cuando concursaron en el 1, 2, 3, allí en Torrevieja, provincia de Alicante. Todos los días va a la playa y tiene muchos amigos en la urbanización, todos hijos de concursantes televisivos. Juega, por lo visto,

Ingenuos

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Las dificultades de ser golondrina

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Esta primavera de calimas y vientos del sur les ha dificultado sobremanera el crudo asunto de cruzar el estrecho: las ruedas de sus maletas trolley se quedaban atascadas con el polvo sahariano. Pero las golondrinas, tercas como mulas, han logrado avanzar a su destino guiadas, sin duda, por el afán del pisito que les esperaba en el centro de la península.           Pero no sólo el polvo en suspensión proveniente del norte de África ha sido el obstáculo para la realización de una vida plena, pues una vez en el destino las cosas no han ido a mejor. Ni mucho menos. Una vez aquí, han tenido que negociar con el banco el tema de la hipoteca del nido, que si el Euribor por aquí, que si la clausula suelo por allá, que si la devaluación de la rupia por acullá … Vamos, que la cosa anda harto complicada y el banco solo les da el ochenta por ciento y el resto del aporte lo tienen que poner ellas.        Ojalá que todo terminara ahí, pero las cosas se siguen complicando a cada paso o batido de a