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Mostrando entradas de junio, 2022

Estadísticas y mentira

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  El afán del hombre actual o moderno por medirlo todo, por saber las dimensiones de un mundo que quiere hacer a su medida, a la medida de sus propios ideales, nos están llevando por trochas y senderos que rozan el esperpento o, directamente, la idiocia más absoluta. Sistemas métricos decimales, arrobas de datos y quintales de engaños pasan por las pantallas de nuestro gran hermano actual y particular a diario. Todo es susceptible de ser medido, de ser calibrado y de ser objetivado. Y para ello es necesaria la estadística oficial. Ocho de cada nueve dentistas recomiendan la pasta dentífrica blancdiente para nuestra higiene bucal; d o s de cada tres españoles prefieren la playa a la montaña en el disfrute de su periodo vacacional; el cuarenta y tres coma uno por ciento de los ciudadanos estarían dispuestos a votar a uno o a otro lado en las elecciones autonómicas de la Región de Murcia , declaman con estrépito los anuncios, las tertulias y los noticieros de televisión . Y nosotr

La pequeña pantalla

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  El sol se escondía por entre las almenas del castillo y los últimos rayos se dejaron acariciar por las hojas de las encinas, el campo compró una gala cromática de indescriptible gusto para el paladar.             Pero ninguno de los que allí estaban se percató de ello. Miraban hacia una pequeña pantalla las tonterías que tenía que decirles un tipo que nada sensato tenía que decir.             En el cielo, el aire puro despeinaba las plumas de los buitres negros, de los leonados y de los milanos reales, mostrando piruetas imposibles, giros agresivos y picados de infarto: un espectáculo aéreo que jamás se iba a repetir con la intensidad de aquella luz.             Pero el enfado de los jóvenes se iba acrecentando porque no llegaba bien la señal de internet a sus pequeños aparatitos en medio de un inhóspito campo.             El guitarrista, en el concierto, se marcó el solo de su vida. Sus dedos vertiginosos ascendían y descendían por el mástil con la suavidad de la sabiduría. 

El niño sin pueblo

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  En mi colegio hay un niño que todos los veranos va al pueblo con sus abuelos. Es el premio que tiene por sacar buenas notas, por portarse bien y por ayudar a sus padres a poner la mesa, a secar los cubiertos y a limpiar las migas del bocadillo de nocilla de la merienda. Es un buen chico porque todos los años se va desde que terminan las clases y vuelve el día de comienzo del nuevo curso. Él está encantado con ese premio.             Yo le hablo de mis regalos por buenas notas y él me dedica una mirada que no sé muy bien qué puede significar. Yo le cuento lo de aquella bicicleta con marchas que me regalaron el año pasado o el geyperman por tener quinto aprobado. A veces se le enciende una chispa en los ojos cuando charlamos de los regalos, pero dura muy poco y pronto se le pasa.             Cuando en septiembre volvemos al cole, yo le cuento mis aventuras en la playa. Mi padre nos lleva a primeros del mes de julio, carga el coche con las sombrillas, las tumbonas y la nevera portát