ALONSO QUIJANO versus DON QUIJOTE

Cuando al llegar de la oficina el hidalgo don Alonso Quijano se quitó la corbata, acomodó sus posaderas en el mullido asiento de su sillón de orejas y comenzó a dar forma en su imaginación a las lecturas que acometía, se introdujo sin saberlo en el trámite necesario para convertirse en un explorador de vida, en un caballero andante, en Don Quijote de la Mancha. Ese proceso de cambio, remodelación o simple despertar le llevó a arrojar su terno azul de oficinista, sus corbatas de seda de mil colores y sus zapatos de estilo italiano a lo más profundo del pozo del olvido. A cambio de eso, sopló con viento fresco las telarañas que se hacían fuertes en el interior de sus botas de campo, se colocó con esmero la cota de malla de las desdichas y abrió su curiosidad a las aventuras y desventuras del camino. Pronto se olvidó de quién había sido y se concentró en ser lo que siempre le había gustado ser. Cabalgó por valles y...