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Mostrando las entradas etiquetadas como Pueblo

De mapas e hispanidades

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  Desde chiquito me encantan los mapas. En mi casa había un atlas, mil veces manoseado por mis dedos infantiles, con el que soñaba con viajes transoceánicos, selvas impenetrables y montañas copadas por nieves perpetuas. Era como poder materializar las aventuras narradas por Julio Verne, por ejemplo, en un   libro de puntos geográficos reales, pero no por ello exentos del misterio arcano de la vida. No sólo pasaba mis ojos pueriles por las geografías ignotas de los seis continentes, también buscaba en el tomo que la enciclopedia familiar había dedicado a dicha ciencia toda la información disponible sobre ciudades, pueblos y parajes que soñaba con visitar. De aquellas no había otro modo de recopilar el material con la que se fabrican los sueños. Era parte de mi experiencia vital, de mi propia aventura, de un juego con el que aprender y tener conciencia del mundo que habitaba.             Lo mismo me ocurrió con los diccionarios. Buscaba palabras, significados, etimologías como si de un

Techos hundidos

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  En el campo, el trino de los pájaros es un canto salvaje, ancestral, montaraz. Los arroyos dejan caer el agua por entre sus cantos rodados y el frescor de las orillas verdes se desparrama sin consuelo por las aceras desvanecidas de los pueblos. Las ovejas del rebaño se han jubilado y ya no les place salir a pastar.           Los gritos de los niños en el recreo de la escuela no son otra cosa que un recuerdo añejo. Un recuerdo con olor a naftalina y a cerrado. El ruido mecánico de las cadenas de las bicicletas infantiles se ha sustituido por el crujido inclemente de los huesos de las caderas, por el de los muelles oxidados grabados en los colchones de lana, por el de los viejos rodamientos de los andadores recetados por la Seguridad Social. La infancia es un juguete roto, una mirada olvidada, un trauma sin resolver. Y sin tratar. Las calles ya no huelen a polvo de talco   ni a sonrisa de bebé   ni a pantalones cortos.           Los pueblos, tal y como sucede con las personas

Modo ECO

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  El modo ECO y la preocupación por la conservación de la Naturaleza se han metido en nuestras vidas como un rayo cargado de electricidad que atraviesa nuestros cuerpos para quedarse alojado en el alma. Todo es eco, todo es sostenible, todo es respetuoso con el medio ambiente. Y eso está bien. Siempre que así fuera.             Estos postulados ecológicos y de respeto hacia la Naturaleza suele provenir de sectores sociales que viven desde hace siglos alejados de la Tierra, del Aire, del Mar. Muchos postulados, como decíamos, son movimientos de empresas que se dedican a navegar con un rumbo prefijado por los mares de la economía global y se sirven de esta moda Eco para ampliar el capital de los bolsillos de sus trajes a medida y para el mantenimiento de sus yates privados o sus aviones igualmente privativos.             Y si una materia prima, ayer harto contaminante, les abre los ojos a un nuevo y, como no puede ser de otra manera, lucrativo negocio, se mueve Roma con Santiago pa

El niño sin pueblo

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  En mi colegio hay un niño que todos los veranos va al pueblo con sus abuelos. Es el premio que tiene por sacar buenas notas, por portarse bien y por ayudar a sus padres a poner la mesa, a secar los cubiertos y a limpiar las migas del bocadillo de nocilla de la merienda. Es un buen chico porque todos los años se va desde que terminan las clases y vuelve el día de comienzo del nuevo curso. Él está encantado con ese premio.             Yo le hablo de mis regalos por buenas notas y él me dedica una mirada que no sé muy bien qué puede significar. Yo le cuento lo de aquella bicicleta con marchas que me regalaron el año pasado o el geyperman por tener quinto aprobado. A veces se le enciende una chispa en los ojos cuando charlamos de los regalos, pero dura muy poco y pronto se le pasa.             Cuando en septiembre volvemos al cole, yo le cuento mis aventuras en la playa. Mi padre nos lleva a primeros del mes de julio, carga el coche con las sombrillas, las tumbonas y la nevera portát