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Mostrando entradas de octubre, 2021
  Se vistió lo más despacio que pudo, con un gesto que sólo quería alargar todo lo que pudiese ese momento, ese instante de felicidad extrema que, segundos antes y a medio desnudar, había vivido. Su cara era una estrella rutilante, una faro en la oscuridad del mar, un pedacito de gloria bajo la piel. A vuelapluma pensó que sí había merecido la pena el nerviosismo previo. Él la miró con unos ojos de rocío de primavera, una media sonrisa bondadosa y le acarició el pelo que sobre los hombros le caía con unas palabras de algodón:  «Enhorabuena, está usted embarazada».

El otoño

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  El otoño se despereza e ilumina la vida con esos días en los que las gotas de lluvia se resbalan por el cristal de mi ventana. El otoño se desviste en aire insultante y solapas que hay que tender a subir. El otoño me recuerda la melancolía con la que tejía mi madre los calcetines, las rebecas y los jerséis recios con los que nos habíamos de cubrir cuando el crudo invierno arreciara.    El otoño es un triste mirar la calle desde una casa a ratos cálida y a ratos acogedora. El otoño es aliento que empaña el cristal de mis gafas de ver de lejos. El otoño es el ufano salto que da aquella chica para sortear el charco que se ha convertido en el espejo de la acera.    El otoño es la estación preferida de los seres solitarios que se abrochan la gabardina al salir del café. El otoño es la estación que necesita el invierno para hacerse mayor de edad y poder votar en las elecciones. El otoño es la estación de tren de los sueños rotos por los amores juveniles, impúberes y platónicos de un ve

Patriotismo

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  El día de la Hispanidad anda uno con el orgullo subido, con una sonrisa perenne asomando en la comisura de los labios y una lagrimilla mostrando su gallardía en la punta hueca del lagrimal. Viene a su memoria la Historia de las gestas militares y civiles que durante siglos los españoles de acá y los españoles de allá desarrollaron no sólo para gloria patria sino para beneficio de la humanidad: hazañas bélicas que libraron a Europa entera de enemigos irreconciliables; construcción de catedrales, universidades y hospitales allende los mares; descubrimientos científicos, geográficos y médicos por doquier. Entre otras muchas que no caben en estas seiscientas y pocas palabras. Con tales antecedentes a uno le da por caminar con las costillas expandidas, el pecho henchido y el corazón bombeando sangre a raudales.    Pero el patriotismo de grandeza se queda chico cuando aflora el del peatón, el de andar por casa, el de los pies en la tierra y el alma en un cielo que nos protege. Ese patr

Doctores tiene la Iglesia.

  Doctores tiene la Iglesia y, por la importante relación que durante siglos ha tenido la nación española con ella (con la Iglesia), muchos tienen su origen, su natalidad o su nacionalidad en esta piel de toro bravío e inclemente. No podemos olvidarnos de San Isidoro de Sevilla, San Juan de la Cruz o nuestra Santa más conocida e importante, Santa Teresa de Jesús, que se unieron al club donde militaba entre otros Santo Tomás de Aquino o el ínclito San Agustín. Todos ellos tienen en la fachada del Vaticano los vítores (es un decir) que los habilitan como doctores de una Iglesia que, aunque de capa caída, todavía tiene una influencia suficiente, aunque necesita mejorar, en la vida de muchas personas. Doctores fueron nombrados por su especial capacidad para ser maestros de la fe y por unos conocimientos teológicos y mundanos fuera del común de los mortales y que, además, sirvieron para expandir el cristianismo por cada valle, pico o rincón de toda la geografía de este mundo. Y estos d