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Mostrando las entradas etiquetadas como Desvergüenza

Libros y derribos

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Si existen personas con problemas como el tabaquismo, el alcoholismo o el nefasto esnobismo,  yo, por otro lado, padezco la enfermedad del «biblioismo». Esta dolencia, convertida en estos tiempos en una enfermedad rara, pues cada vez la padecemos menos bípedos, consiste en la ansiedad por conseguir libros y suele tener como síntoma principal una espléndida biblioteca de baldas combadas por el peso de la tinta, el papel y las palabras impresas. También se caracteriza por acaparar libros que, aun anotados en la lista de pendientes de lectura, nunca serán leídos, ni siquiera viviendo dos o tres vidas.               Muchas de las bibliotecas de los enfermos de «biblioismo», una vez el afectado se haya mudado al corral donde sueñan los justos, es más que probable que acaben en librerías de viejo, en serio y extremo peligro de extinción, o en una pirámide a merced de las llamas (¡por Dios, con lo que eso contamina!). En mis viajes oníricos más húmedos sueño con que mis libros los seleccion

Turismo sostenible

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  S us manos notaron el ligero frescor del antepecho de hierro del balcón. Cuando se soltó, el ligero frescor se convirtió en una quemazón que descendía a velocidad de vértigo desde el cuarto piso del hotel mallorquín donde hacía unas horas se alojaba.           El airecillo que le ofrecía la caída al vacío era capaz de despeinar su melena acharolada. Bajo su cuero cabelludo, una serie de recuerdos inciertos se agolparon de manera cinematográfica por entre los pliegues pegajosos de su cerebro inundado de cerveza, ron y whisky del más barato de los que tenía en sus estanterías el chino de la esquina.           Se vio en el día en el que todos los colegas, en el pub de su calle, quedaron en pegarse las vacaciones padre en una isla mediterránea. Su amigo Tony propuso un viaje a Malta; por cuestiones del idioma y de cultura, decía. Pero el grueso del grupo le dijeron que no era el mejor destino, que siendo hijos de la Gran Bretaña el idioma ya no era obstáculo alguno para poder disfrut

Al rico reutilizar sobres de elecciones

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  Iba a escribir este artículo en tiempo de elecciones, pero me he dado cuenta que vivimos en un estado perenne de tiempos de elecciones. Unos plebiscitos continuados, con una persistencia sin final. Y se preguntará el único lector que tiene a bien leerme cuál será el motivo por el cual este texto debería haber sido escrito en época electoral; pues fácil es la solución que a renglón seguido paso a contarle:             Nos abruman durante la campaña electoral con una ingente cantidad de publicidad que a nuestro nombre acude en masa a los buzones de correos. Lo bueno de este aluvión es que se vuelve a dar un uso que no sea ornamental a esas bonitas bocas devoradoras de papel de nuestras casas, olvidadas ya las cartas de amor, las postales de viajes o las felicitaciones con motivos navideños.             Bueno, al lío, con semejante desbordamiento de celulosa publicitaria de personajes que muestran su mejor perfil, acuden a casa de un servidor unos sobres de color sepia o salmón, ést