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Agoreros guerracivilistas

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              Los agoreros de tal o cual lado del espectro político maloliente que nos circunda (o nos circuncida), ante el revuelo y la confusión reinante de estos tiempos modernos, han comenzado a incluir en el relato, teledirigido, por otra parte, por los prebostes de las ideologías que cada uno profesa, las palabras guerra y civil. Guerra civil.                                                                                                                                                 Imagen de Karabo Spain   No pueden hacer otra cosa que comparar la situaci...

Leer entrelíneas

Dejó posado sobre la mesilla de noche su libro favorito: una biografía sucinta, Al despertar, se miró al espejo y solo se reflejaba su perfil. Su perfil bueno. Su esquemática de Fernando VII, el príncipe que nos salió rana. Acarició el lomo de único perfil. Nunca se reflejaba su imagen frontal. Carecía de ella. Tan sus letras grabadas con la yema de sus dedos, como si con este acto mostrara acostumbrado estaba él y los suyos de ponerse de perfil que había admiración o juramento de fidelidad. Se ajustó a la perfección de su cuello el desaparecido del azogue el negativo de su cara de frente. Habían pasado blanco de la camisa. Era un blanco sin rasgo alguno de pureza, sin destellos de demasiados años. El espejo estaba acostumbrado ya. santidad. El charol de sus zapatos eran espejos pulidos por una de sus Salió a la calle. En la puerta otra tribu de escoltas para protegerlo. En el asistentas, una bella filipina que mostraba su sonrisa bajo el yugo del imperativo c...

Techos hundidos

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  En el campo, el trino de los pájaros es un canto salvaje, ancestral, montaraz. Los arroyos dejan caer el agua por entre sus cantos rodados y el frescor de las orillas verdes se desparrama sin consuelo por las aceras desvanecidas de los pueblos. Las ovejas del rebaño se han jubilado y ya no les place salir a pastar.           Los gritos de los niños en el recreo de la escuela no son otra cosa que un recuerdo añejo. Un recuerdo con olor a naftalina y a cerrado. El ruido mecánico de las cadenas de las bicicletas infantiles se ha sustituido por el crujido inclemente de los huesos de las caderas, por el de los muelles oxidados grabados en los colchones de lana, por el de los viejos rodamientos de los andadores recetados por la Seguridad Social. La infancia es un juguete roto, una mirada olvidada, un trauma sin resolver. Y sin tratar. Las calles ya no huelen a polvo de talco   ni a sonrisa de bebé   ni a pantalones cortos. ...

Sentencias

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  Si la memoria no me engaña, fue el primer féretro que vi en mi vida. Era blanco, símbolo de la pureza, pues quien lo ocupaba iba a embarcarse sin mácula  y con un tamaño reducido  en el tren de alta velocidad, y sin paradas intermedias, con destino el Cielo. Fue aquí, al lado de mi casa, cuando todavía los velatorios se organizaban en la morada donde el fallecido había desarrollado su vida, escueta, en este caso. Yo no tendría mucha más edad que la criaturita yacente en el interior de la caja. Estarían mediados los años ochenta del pasado (¿pasado?) siglo.             La blancura salía a hombros del portal de su casa y se dirigía hacia el vehículo fúnebre, expectante junto a la acera. Un séquito de familiares, allegados y una madre junto a un padre, con rostros serenos, pero tristes y un cigarrillo sujeto por la fuerza de la juntura de los dedos índice y corazón. La madre, en evidente estado de nerviosismo, aspira...

¿Inmortales?

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                Un servidor cuando siente atracción, le pica la curiosidad (¡bendita curiosidad!) o simple y llanamente le gusta algo, se informa,   hace las consultas necesarias y, si fuera necesario, inicia un proceso de formación para aventurarse con todas las consecuencias en ese mundo que le está requiriendo de una u otra manera. Con lo anterior, no consigo otra cosa que no sea APRENDER, conocer en profundidad y disfrutar al máximo del asunto en cuestión. De esta manera tan peculiar, cuando visito un pueblo, una ciudad o un paraje lo hago, o al menos lo pretendo hacer, bien informado de sus monumentos, de los aspectos más interesantes de su cultura o de las especies de animales que podrían asomarse, con o sin disimulo, a las lentes de mis binoculares. Verbigracia.             Ni que decir tiene que esa información/formación se eleva a la enésima potencia ...

La hoguera (la familia frente a la televisión)

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    No soy muy dado al vicio de ver la televisión. Lo reconozco. Sé que es un medio de una fuerza brutal y con un alcance que ya quisiera solamente un cuarto para sus artículos este humilde servidor. Es un medio que se nos ha metido en nuestros hogares, hace ya demasiado tiempo, y se ha erigido en la dueña y señora de nuestros salones, cuartitos de estar, dormitorios y hasta cocinas, si me apuran.             Como le decía a mi único y postrer lector, no soy dado a sentar mi nalgatorio en el sofá y tragarme sin deglutir todo lo que la caja tonta me escupa a la cara. Procuro ser selectivo e intento librarme de digerir esa bazofia que, desconozco por qué, tiene tanta y tanta audiencia. Pero, casualidades de la vida, me paré un breve, gracias a Dios, instante de mi vida ante los rayos catódicos justo cuando un grupo de comunicación de los más potentes de nuestro país, e incluso de otros del arco latino (y cuando digo arco l...

El buen salvaje

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  Danzas tribales, saltos imposibles, lanzas enhiestas en claro desafío a un cielo sin nubes. Los Masai a rebosar de colores en sus ropas, en su cuerpo, en sus pupilas, advocan   a sus dioses para que les depare una buena caza.             El chamán escupe una suerte de agua mezclada con fuego y arroja sobre el suelo alisado de su choza los huesos límpidos de un mamífero selvático que le indicará por dónde va a discurrir el futuro más próximo de su tribu. Entretanto, en el Amazonas, de tanto árbol, no se puede ver el sol.             En el Sacromonte, el gitano sin gracia se cuelga al hombro la guitarra española y, cuando en el cielo sufre un vahído la madrugada, se arranca por bulerías de Jerez con sabor a vino dulce y clama por el amor de los sacais verdes con aroma de virginidad de la gitana por la que bebe los vientos.       ...