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Dragó

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  Muere Fernando Sánchez Dragó y, de todo lo vivido, poco o nada deja a los gusanos. Muere Sánchez Dragó y testa un legado cultural de  valor  inabarcable. Muere Dragó y las redes sociales arden de odio, expulsan espumarajos blancos por la boca y el amargo sabor de la bilis se refleja en ciento cuarenta caracteres. Fernando Sánchez Dragó ha sido una persona que ha bebido el elixir de la vida con tragos largos, desafiantes, intensos, saboreados. Ha sido escritor prolífico, viajero impenitente, provocador locuaz, amante fogoso (al menos de eso se jactaba) y mil y un oficios más que desarrolló a lo largo y ancho de una reseña biográfica harto vívida y vivida. De su faceta como escritor mediático y polémico con carné gremial que ni callaba ni le callaban, se creó un personaje, un mito, capaz, a través del televisor, de sentarse en la mesa camilla de nuestro cuarto de estar y arropar sus piernas con la faldilla. Esto de introducirse como ladrón en casa ajena y el hec...

El ombligo de Adán

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  Tiene la sociedad en la que vivimos una serie de asuntos que nos resultan agradables del todo: una esperanza de vida que supera con creces las de otras épocas, una serie de derechos y deberes que hacen apacible el camino de la existencia y un acceso a la cultura, a la ciencia y a los contenidos que hicieron de nuestra especie una especie sabia que no tiene parangón con otras épocas o lugares.             Pero igual que tenemos todas esas cosas y algunas más, adolecemos de una ombliguismo ridículo que nos hace pensar que antes de nosotros no había nada de lo que ahora hay. Ahora lo llaman adanismo, es decir, que somos esa generación que inauguró las fuentes, los pantanos y las carreteras del Jardín del Edén y que antes de nosotros ni siquiera calentaba la luz del día. Ese adanismo nos hace creer, falsamente, que todo lo hemos inventado nosotros y que nuestros antepasados más cercanos se paseaban en taparrabos de piel de leop...

Los dos libros o la leyenda de San Bartolomé

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  Cuenta la leyenda que justo antes de nuestro nacimiento, San Bartolomé, patrón de los editores,  ofrece a nuestras almas dos libros. El primero de ellos es de una lujosa encuadernación, con una portada de cuero marroquí decorada con unas exquisitas florituras de pan de oro y un papel fino y elegante. Es un libro que llama la atención por su belleza. Por otro lado, el santo ofrece a nuestras almas otro libro de encuadernación cutre, con portadas de cuero de cabra vieja, con las hojas cortadas a mordisco de burro y carente de todo grabado y belleza que hagan que nuestra atención se dirija hacia él. Este libro con aspecto de almoneda repleta de polvo atávico tiene la peculiaridad de que sus hojas están en blanco, a falta de escribir sobre ellas.   De estos dos libros, el alma debe elegir uno solo.                                            ...

Problemas del primer mundo

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  A Estela ,  Mateo y  Mikel, que aunque no lo sepan, son mis héroes. Los ciudadanos de occidente, del primer mundo, vivimos enfrascados en una suerte de prisa endémica que nos tiene atareados desde que se despereza el sol por el Este hasta que le hace el relevo la luna en el turno de noche. Esa prisa, unida al resto de factores que conforman nuestro tipo de vida, nos han convertido (ante nuestros ojos, por supuesto) en el maldito ombligo del mundo, en el centro de todas (¿de todas?) las miradas, en lo más acuciante del momento. De este modo, si un ejecutivo de una multinacional pisa un chicle en el centro de Amberes, en un suburbio de Los Ángeles o enfrente de la torre Eifiel, parece que el mundo se ha encogido y, por ende, se va al garete el planeta entero.                                                             ...

Maestro

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  A Manuel García-Bustamante Escribano.  Maestro No hay cosa menos agradable que encontrar en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, justo antes de la descripción del significado de una palabra, la marca desusado (con la abreviatura «desus»), con la que indica que el término, aunque fue comúnmente usado, ha dejado de utilizarse desde el año 1900. Es como la esquela de las palabras (¡roguemos a Dios por el alma del término!) cuando se pone en la puerta de la casa del difunto para que los familiares, los amigos e incluso los enemigos tengan noticia del óbito o fallecimiento.             Las palabras no mueren así, de repente, de un infarto de miocardio, de un accidente de circulación o en dura batalla de una de las guerras lejanas que poco o nada les importan a los ciudadanos del denominado primer mundo. No. Las palabras mueren de la enfermedad del olvido, de la terrible pérdida de su significado y de la sustit...

ALONSO QUIJANO versus DON QUIJOTE

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  Cuando al llegar de la oficina el hidalgo don Alonso Quijano se quitó la corbata, acomodó sus posaderas en el mullido asiento de su sillón de orejas y comenzó a dar forma en su imaginación a las lecturas que acometía, se introdujo sin saberlo en el trámite necesario para convertirse en un explorador de vida, en un caballero andante, en Don Quijote de la Mancha. Ese proceso de cambio, remodelación o simple despertar le llevó a arrojar su terno azul de oficinista, sus corbatas de seda de mil colores y sus zapatos de estilo italiano a lo más profundo del pozo del olvido. A cambio de eso, sopló con viento fresco las telarañas que se hacían fuertes en el interior de sus botas de campo, se colocó con esmero la cota de malla de las desdichas y abrió su curiosidad a las aventuras y desventuras del camino.             Pronto se olvidó de quién había sido y se concentró en ser lo que siempre le había gustado ser. Cabalgó por valles y...

ESCLAVITUDES V: ¿Somos tan libres como creemos?

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  Desde nuestra más temprana infancia, allá por la sabana africana por donde se enseñoreaba in puribus (o sea, en pelota picada) la coqueta de Lucy (sí, la misma que se descubrió mientras los antropólogos escuchaban los grandes éxitos de los Beatles y la bautizaron como a esa chica que se paseaba por el firmamento rodeada de diamantes de LSD), a este bípedo implume al que llamamos ser humano le ha encantado sobremanera codearse con el poder y con la dominación de los congéneres que le rodean.             Por otro lado y debido a nuestra pertenencia al Reino Animal , el ser humano realizará todas sus labores en base a los principios de economía energética; es decir, que si los movimientos que vamos a ejecutar para lograr un objetivo son mucho más costosos a nivel de gasto energético que el que supuestamente nos va a aportar la finalidad perseguida, lo abandonamos sin remedio y sin remordimiento alguno. No compensa. Todos los m...