NEORRURALES. ¿La solución?
El olor parece que echa para atrás a cualquiera. No es para menos; el estiércol es lo que tiene. Pero la persona que alguna vez lo ha trabajado sabe que tiene un potencial de lo más interesante para eso a lo que llamamos vida a la que, encima, aporta una calidad excelente. Los urbanitas recalcitrantes huyen como de un ataque aéreo de los olores con los que se tiene que convivir en el mundo rural. Sin embargo les encanta ese concepto aséptico y anodino de neorruralismo, pero sin involucrarse en demasía con los paletos de chaleco abrochado, boina enrroscada y cigarrillo pegado a los labios como complementos de temporada. No les gusta el olor, pero tampoco les gusta pegar la hebra y enterarse de lo que va la vida en el pueblo, de sus gentes, de sus tradiciones. Entonces ¿para qué coño van al pueblo? No lo entiendo. Me parece que siguen los mismos pasos de esos turistas que son capaces de recorrer el mundo entero, de cabo a rabo, sin apenas hablar con ningún autóctono que no sea su ...