Repoblación de interiores
Alguna vez, querido y único lector, se habrá preguntado qué es eso que tanto nos atrae del turismo de interior, de interior de España, me refiero. Quizá una de las cosas que hace que nos atraiga, y con toda probabilidad la más común de todas, sea el arrobamiento por la belleza de los pueblos ibéricos: sus iglesias semiabandonadas de fieles y de presupuesto, su variada fauna y flora y sus paisajes apoderados de un silencio con la capacidad de hacer doler a los oídos. Un silencio que nos aleja del mundanal ruido de las ciudades, de las calles de los barrios populosos y de las casas presididas por electrodomésticos alérgicos a cualquier tipo de mutismo. Asociado a este silencio viene otra sensación que no sólo se percibe sino que también se vive en ese interior peninsular que nos atañe. Esa sensación es la soledad. Uno puede estar en cualquier pueblo de Soria, de Teruel o de Palencia sin más compañía que la ...