Soldaditos de pinta y colorea
Los nacidos en el siglo pasado carecíamos del excesivo entretenimiento de las pantallas que hoy nos entontecen. Para matar, o al menos adormecer, el tedio infantil de la hora de la siesta teníamos los comics, los tebeos, las historietas. Leíamos las aventuras del Capitán Trueno, las gestas militares de los protagonistas de Hazañas Bélicas o los están locos estos romanos de las historias de Asterix y Obelix. Devorábamos con fruición todo ello y luego, en la calle, con los amigos, nos osábamos a materializar lo leído interpretando a nuestros héroes del reino de la mesilla de noche. Apurábamos cada momento regodeándonos en esa épica del viaje del héroe, en la lucha por el bien ante las fuerzas del mal y en rescatar de un ficticio secuestro a la princesa del barrio, que nos hacía ojitos cuando vencíamos a ese mago de poderes misteriosos y, en la victoria, elevábamos nuestros fuertes brazos a lo Conan el Bárbaro. Y nos casábamos de mentirijillas con la princesa de la que hoy...